La
tragedia está servida. Con una trama bien compleja aderezada de múltiples niveles, como si del planning de producción de Juego
de Tronos se tratase. Una obra nada cómica pues caerá indefectiblemente a
reventar las espaldas de los ciudadanos, sea cual sea el epílogo.
Es
trágico vivir por encima de las posibilidades de uno, obstruyendo las fórmulas
de contabilización de deudas y compromisos, mintiendo al regulador en lo más
básico.
Porque
es cruel hacerle ver a la ciudadanía que el progreso lo traen las esperanzas de lo que se promete en esas campañas electorales de unos y de otros, más proclives a ahondar
el agujero en pos de apoderarse de los votos patrios, que a mejorar con el
gobierno de la responsabilidad, el trabajo, el compromiso y la honestidad hacia la
calidad de vida de la mayoría.
Es
excesivo el pasado reciente de empuje de banca y multinacionales germanas provocando
inversiones y avances en el paradigma de la gran bola de nieve tecnológica de
las comunicaciones, mediante la hábil y nada frágil firma de talones y préstamos de fondos para ello. Los griegos recibirán apoyo si compran mis transpondedores,
pero habrán de endeudarse con mis bancos y abonarme el gran interés de una
operación injusta desde su alumbramiento.
Porque
es duro conformar una Europa de contrastes ya no geopolíticos ni sociales, sino
estrictamente económicos, basados en el poderío coyuntural de aquellos que en
un momento dado, (y ante gobiernos comunitarios de otros signos bien distintos),
fueron los primeros -o los segundos- en cargarse y evitar los compromisos financieros de
déficit por todos pactados y adquiridos, y amparándose en una posición dominante
en la gran crisis con la que hicimos nacer a este siglo XXI, provocan
ahora la tensión más álgida de la soga con la que atar a los Helenos.
Es insostenible el momento electoralista puntual de aquellos que defendiendo el exacerbado sistema
neoliberal, controlador imperante del capitalismo más salvaje,
gestionan el memento desde el euro-nacionalismo temeroso de que los rebeldes
sigan sublevándose a sus designios, o convoquen a más sublevandos.
Porque
es patético defender la solución del descorche del champán frío y lujuria,
frente a otros pueblos que (habiendo sucumbido a las estridencias de las
maquinarias teutonas) han sufrido estos últimos años en sus propias
carnes la destrucción de empleo, la brutal volatilización de sus derechos, la
huída de sus hijos a un inexistente paraíso norteño, la represión y la mordaza, la devaluación de su poder
adquisitivo y hasta la merma en su dignidad social, sanitaria y educativa.
Es
triste el cortoplacismo y el papanatismo más localista de quien por haber dicho
"si bwana" (o mejor "Ja Merkel") utilice su jerga de
afectado-juez y parte para explorar las vías de adoctrinar en casa, (no vaya a
ser que caigamos en tentación), e intente injerir fuera presumiendo de la
fuerza que no tenemos ni a la hora de hacer de vientre hacia el Sur, (como
país).
Hades en el Inframundo (God of War) |
Odisea podría volverse la tragedia, si dejamos de hablar de entrar o salir del
euro, de echarte o quererte en Europa, de solvencias de "syrizas" ejemplos
de "podemos", de mesías chino-rusos abriendo sus brazos a nuestra
discordia, y nos ponemos a construir una Europa de los pueblos, de Personas, de
Ciudadanos y Derechos. Una Europa con plazos claros y breves de consolidación
política, de asimilación de legislación común e igual, sin trampas ni pesos
pesados ni sombrías troikas ni vetos; Sin prebendas ni exclusiones ni agujeros
negros ni paraísos fiscales. Un espacio común donde la economía lubrique un
motor del progreso social (en nada reñido al crecimiento y a la prosperidad) y que
no siga siendo el refugio de fondos financieros exprimidores de recursos, nido de multinacionales
devoradoras de derechos ni cueva de gobiernos corrompedores de personas.