Conocí el "tao" y sus diferentes estados hace unos años cuando empezaba a practicar Kung-Fu. El "tao" se basa en aceptar el cambio como la única constante en el universo: La evolución continua que debemos aceptar como hecho y a la que debemos acercarnos en armonía con el universo. El cambio es el flujo constante del no ser al ser, de lo posible a lo real. Todos conocemos su símbolo, (llamado "taijitu") que está formado por el "yin" y el "yan" confluyendo en un círculo perfecto.
El sol sale cada mañana y cada uno lo observa desde una distancia diferente cada día. Unos desde más cerca y otros desde más lejos. Desde mayor o menor altura, desde la claridad o desde la penumbra, naciendo o en el ocaso. Y de eso se trata la evolución en armonía, de decidir entre crecer o decrecer, entre moverse o permanecer inmóvil a lo largo de tu vida.
Yo no me he resigno al inmovilismo. Me muevo. Acierto, me equivoco, piso charcos o frondosos céspedes, pero intento avanzar y evolucionar a través del universo que me ha tocado, y en armonía con él.
El valor hacia el movilismo me ha acercado a soñar la posibilidad de definir un mundo mejor empezando por mi pequeño entorno urbano. Un reto envidiable, fantástico y honroso que comparto con un gran grupo de personas que veo trabajar a diario por un futuro mejor, por una ciudad mejor, por unas mejores posibilidades para nosotros, para nuestros hijos, nuestros mayores, para todos: Para quienes apoyan y para quienes critican. Y ¿quién sabe hasta dónde podremos llegar?, pero no dejaremos de intentarlo pues las causas y consecuencias y sobre todo las personas, me reafirman y convencen de que es una de las decisiones que más han valido la pena afrontar.
Invito a todos a llevar a cabo ese ejercicio socialista de tolerancia, de construcción, de unión, de cosido, de tendido de puentes y de manos entre las personas y esos conceptos tan grandes como la igualdad de oportunidades, la solidaridad, la tolerancia, la cohesión social, la paz, el bienestar.
Sólo aquellos sin "tao", sin esencia ni fundamentos ni valores, podrían negarse a esa tarea. No habrá cambio sin movimiento. No habrá avance sin ese primer y pequeño paso que inicia todo trayecto, por muy grande que sea.
El valor hacia el movilismo me ha acercado a soñar la posibilidad de definir un mundo mejor empezando por mi pequeño entorno urbano. Un reto envidiable, fantástico y honroso que comparto con un gran grupo de personas que veo trabajar a diario por un futuro mejor, por una ciudad mejor, por unas mejores posibilidades para nosotros, para nuestros hijos, nuestros mayores, para todos: Para quienes apoyan y para quienes critican. Y ¿quién sabe hasta dónde podremos llegar?, pero no dejaremos de intentarlo pues las causas y consecuencias y sobre todo las personas, me reafirman y convencen de que es una de las decisiones que más han valido la pena afrontar.
Invito a todos a llevar a cabo ese ejercicio socialista de tolerancia, de construcción, de unión, de cosido, de tendido de puentes y de manos entre las personas y esos conceptos tan grandes como la igualdad de oportunidades, la solidaridad, la tolerancia, la cohesión social, la paz, el bienestar.
Sólo aquellos sin "tao", sin esencia ni fundamentos ni valores, podrían negarse a esa tarea. No habrá cambio sin movimiento. No habrá avance sin ese primer y pequeño paso que inicia todo trayecto, por muy grande que sea.
No parece un mal inicio. Continuaré caminando con vosotros, si queréis, pero eso sí, evolucionando en la potente e imparable armonía que marca el universo.
Ji.
Ji.